Abatido el tiempo,
muere el reloj a mis pies
y el verbo adherido a mi piel,
lento se resquebraja.
Hiere el silencio
con sabor a soledad,
y el eco de uno mismo
es remanente compañia.
Distinto azul,
las mismas aguas,
y el despojo del viento,
que traía tu voz,
rasga mi piel,
agrieta mis manos,
y es tu palabra,
la que hoy me falta...
Raquel Martinez .
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